jueves, 11 de noviembre de 2010

Mi héroe Paul: Brillante músico, descarado mercenario y delicado prostituto


Mi artículo acerca del fantástico, espectacular, exuberante, magnánimo no tengo dudas, recital que ayer por la noche brindó mi héroe Paul. Recital, vale aclarar, al que no concurrí, ni concurriré esta noche.

Quién escribe este artículo, resulta ser un descabellado fanático de los Beatles. Quién les habla, incursionó en la música por primera vez a los tempranos 10 años, claramente influenciado entre otras cosas, por esas canciones que sonaban en el auto de mamá y papá, provenientes de un cassette que en el borde su caja tenía escrito el nombre "Help". Escribe para ustedes alguien que hasta hace no mucho tiempo, formó parte de un proyecto musical que se dedicaba a brindarle tributo a la banda en cuestión. Por último, aquel que redacta estuvo a un sitio de ventas web colapsado de comprar su entrada para el recital.

Este sábado seguramente asista a una fiesta familiar, en la que la pregunta madre por parte de cualquier persona al saludarme será, sin duda alguna, la siguiente: "¡Tomi! ¿Cómo estuvo el recital de Paul?¿ Delirio, no?" Mi respuesta primera sería "No fui..." Inevitable va a ser la re-pregunta "¿Eh? ¿Por qué?"
A ustedes lectores, les propongo entrar en este juego, en el que respondo a las anonadadas preguntas de mis familiares. Algo que definitivamente no es fácil, ya que cada segundo que pasa yo mismo me pregunto y me vuelvo a preguntar, por qué no fui a es concierto.

Incomodidad contra arrepentimiento. Esas fueron las consecuencias que a priori me planteé a la hora de decidir si concurría o no. La incomodidad ganó. Hubo un sitio web colapsado, con 45 mil personas desesperadas intentando sacar una entrada, sin cuestionarse ni un segundo acerca de todo lo que rodeaba al espectacular evento por venir. Y la incomodidad ganó, definitivamente.

Los aproximadamente diez diferente tipos de entrada, con sus respectivos valores, fueron la más increíble simbolización de una marcada división de clases realizado por un evento cultural que yo he visto en Argentina en mucho tiempo. Aquel mítico campo en un estadio que se brinda al rock, se vio dividido en muchas partes, reduciendo en consideración la capacidad de gente para ingresar al estadio, así como también la posibilidad más equitativa de lograr tener una distancia más o menos razonable con el escenario. El concepto para todo el mundo fue claro, y quién no quiso o quiera verlo, es solamente un obstinado. A mejor ubicación mayor precio. Con un estadio dividido en diez, una ubicación decente significaba cantidades tan absurdas como la mencionada disposición en el campo. Aquella entrada que a un segundo estuve de sacar, siendo la segunda peor, costaba 330 pesos. 

Y entrados en este tema particular, es interesante como el valor de las entradas a medida que crecía, no solo significaba estar tres metros y medio más adelante o más al costado. Cuánto más encarecía la entrada, más beneficios se obtenían, al punto casi cínico de que el músico en cuestión ofreciera su cuerpo a aquellos con más dinero. Un título para la revista barcelona podría ser tranquilamente el siguiente: "Mccartney practicó la prostitución para una pequeña porción de la aristocracia porteña beatlera."

Por estas razones, el haber concurrido ayer u hoy a realizar mi sueño de ver en vivo a Paul Mccartney hubiera generado una incomodidad que no podría tolerar llevar conmigo.  

Mientras tanto, nunca habrá nada como los Beatles.






1 comentario:

  1. Excelente idea. Ya estoy a la espera del avance de esa investigación. Por mi parte, creo que sociedad y ciudadano son cuerpos interrelacionados, como los son sus características. Me quedo un poco con la idea hegeliana de que ese todo tiene características propias que superan a las partes. Aunque sin dudas se puede encontrar marcas de lo que es Estados Unidos en sus ciudadanos, no necesariamente todos serán cerdos imperialistas. Aunque seguro habrá alguno que sea un espejo, u otro una sombra.
    El tema es excelente para analizar, y más aún con las propias armas. Ver cuanto de la sociedad hay en los ciudadanos y cuanto de los ciudadanos en la sociedad. Apasionante.

    Por mi parte, durante mi experiencia, pude ver víctimas. Víctimas de la exageración de sus sistema que no les otorga educación universitaria pública, destinando a la mayoría de la población a ser un esclavo del sistema. A un trabajo repetitivo ( del que yo mismo me cansé en escasos 3 meses) y rutinario, sin horizontes de progreso real. Trabajos fundamentales para que el sistema funcione. Pero justamente está muy bien armado. Acá la precarización laboral trae reacciones como todo lo que vemos (inseguridad, quilombo, miedo, bla bla bla) Allá es muy fácil ver la anestesia. Para vivir en esa insoportable rutina, el esclavo, digo ciudadano norteamericano es alienado ad infinitum. Droga constante, precios baratos del entretenimiento masivo, hacen más confortable su infierno, tanto que no hace falta salir de él. Con un sueldo mínimo el ciudadano adquiere un buen porro constante (servido en pipa), una televisión, un auto barato, la última tecnología de Apple, y la mejor indumentaria para hacer la actividad que lo relaje (como puede ser el snowboard) no necesita más. Todo eso al bajo costo de la propia libertad.

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