Y de inclemencia entiende la superficie arenosa que retrasa el avance.
Voy. Persisto. Medio muerto; medio vivo. Respiro. Y me quemo.
Veo el útero del horizonte, la humedad la envuelve. Allí está, Julia.
Voltea sobre su hombro. Blanca y estridente puerta de entrada, y salida.
Sólo lujuria aspiro de tu sexo. Vil asesina de formas.
Sendero de clavos manchados de mi sangre.
No hay dos espaldas.
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